Por Martín R. Santos. La semana pasada hubo dos noticias que tuvieron importante espacios en los medios de comunicación argentinos. Rememorando al ex árbitro de fútbol y ahora ex comentarista televisivo, Guillermo Nimo, bien podrían ser una y otra “la perla blanca y la perla negra de la semana”.
La blanca –que tiene algunos matices, claro- tiene que ver con que muchas empresas suscribieron un acuerdo de RSE con objetivos estándares para promover el trabajo decente. La negra está relacionada con la empresa Shell, que sufrió varias multas por desabastecimiento de gas oil –en plena crisis energética- y la clausura de una refinería cuyas pérdidas y falta de mantenimiento implicaban la contaminación de las napas de agua.
La buena. La perla blanca va, entonces, para la propuesta del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, liderado por Carlos Tomada, que contó con la venia del presidente, Néstor Kirchner, y de los líderes en Argentina de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), Bernardo Kosacoff y Javier González Olaechea, respectivamente.
Lo primero que hicieron fue hablar sobre el concepto de RSE en el ámbito laboral: “el compromiso de llevar a cabo las acciones y políticas necesarias…”. Luego también expusieron un documento guía que contiene los principios fundamentales para una gestión responsable en la tercerización y subcontratación respecto a las obligaciones de la seguridad social en la cadena de valor.
La mala. Como se anticipó, la perla negra va para Shell, porque luego de varias inspecciones se determinó que sus estaciones de servicio caían en desabastecimiento, lo cual, con el ánimo de toda crisis energética, dio lugar a reiterados reclamos oficiales y a multas millonarias.
En su defensa, el referente de la empresa en Argentina exclamó que, teniendo Shell sólo el 11% de la participación en el mercado de diesel, era inexplicable cómo sus estaciones recibían el 80% de las inspecciones realizadas en el sector.
Lo cierto es que, si bien la inequidad del Gobierno al seleccionar los puntos a los que enviaba a sus inspectores puede ser un tema controvertido (máxime cuando había otras estaciones, como las de Repsol YPF que decían no aumentar el precio pero cobraban en negro, sin facturar, hasta un 10% de recargo en concepto de “derechos de expendio”), el planteo no exime a la petrolera de actuar contra la reglamentación.
Más allá de los rumores que indican que las presiones para que Shell se retire del mercado tienen como objetivo beneficiar la entrada de la venezolana PDEVESA, hay que decir que las presiones / inspecciones lideradas por la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti (foto) mostraron una realidad lamentable al encontrar pérdidas en las tuberías de la refinería de Shell. Lo lamentable es que, en paralelo a un discurso de responsabilidad, luego de la clausura, los representantes del grupo empresario se presentaron ante el Gobierno con un “plan de saneamiento ambiental” que les permitió recién hoy el levantamiento de la medida. Lamentable también es que esto dilucida poca planificación previa y que el discurso de la RSE de algunas compañías es mucho más débil de lo que se promociona.
La perla blanca y la perla negra de la semana
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miércoles, 12 de septiembre de 2007
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