La inclusión de las ONG en el debate político

. miércoles, 24 de octubre de 2007
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Por Martín R. Santos. Nuevamente quiero compartir ustedes un artículo publicado por el diario La Nación. En este caso se trata de una reflexión a cargo del Dr. Bernardo Kliksberg, asesor del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en América Latina, acerca de las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en Argentina el próximo domingo y la necesidad real que existe de incluir al debate político los intereses de las organizaciones no gubernamentales (ONG´s).
Me ha resultado una sorpresa -muy grata- observar las cifras propuestas, las que indican la cantidad de organizaciones que representan los intereses de las comunidades de manera directa y organizada. A esta altura, como bien aclara este artículo, debería ser innecesario recordar la extrema importancia que tienen estas instituciones, consolidadas como eslabones esenciales de la intereacción social.
¿No son acaso las que llevan con mayor fuerza que nadie las banderas de los derechos humanos, el medio ambiente, la educación, la salud, el trabajo y la libertad? ¿No se sirven de sus necesidades, acciones, logros y objetivos no sólo los Gobiernos en sus planes político sociales? ¿No resulta acaso una condición sine qua non para toda compañía privada involucrarse, cuando no aliarse, a estas organizaciones si pretenden desarrollas progras de responsabilidad social?
Lo que me parece que debemos comenzar a construir es una mirada distinta, inclusiva, como pretende Bernardo Kliksberg. Es necesario que el rol de las ONG´s tenga el aval por parte de los Gobiernos y empresas para que quienes dedican sus horas y sus vidas a las causas compartidas por al menos un sector de una comunidad, cuenten con el respaldo oportuno en el momento adecuado.
A continuación, comparto con ustedes el texto del artículo "Incluir a las ONG en el debate", de Bernardo Kliksberg

Las elecciones y el sector social
Incluir a las ONG en el debate
Por B. Kliksberg
La Nación / Sábado 20 de octubre de 2007

Clinton la llama la explosión del servicio ciudadano ; Salomón, la revolución asociativa. El tercer sector es ya la séptima economía del mundo y supera a las de Italia, Brasil, Rusia, Canadá y España.
En 35 países influyentes, el 20% de los adultos, alrededor de 190 millones, son voluntarios. En Noruega, el 70%. En Estados Unidos hay un millón de ONG, el doble que en 2000. China tiene 280.000 ONG registradas y otro tanto no registrado, en tanto que en la India superan el medio millón.
Su poder de acción es muy concreto. Durante el tsunami, la sociedad civil donó en Estados Unidos mil millones de dólares, y per cápita más aún en otros países desarrollados. En 2000, diez millones de voluntarios vacunaron a 550 millones de niños. El valor de su esfuerzo hubiese costado 10.000 millones de dólares.
Pero no son sólo los montos lo que importa, sino también el aporte cualitativo. Los voluntarios están cerca del ciudadano, son flexibles, ágiles y hay en ellos un gran compromiso espiritual y de ideales. Pueden ayudar muy bien a las políticas públicas. Por eso la Asamblea General de la ONU declaró: "El voluntariado es un componente importante de toda estrategia para reducción de pobreza, desarrollo sostenible, salud, desastres e integración social".
En América latina la democratización ha favorecido el crecimiento del tercer sector. La gran campaña anual de vacunación impulsada por la Organización Panamericana de la Salud, que llega a 50 millones de niños, se basa en voluntarios. Han acompañado los principales programas sociales de la región. En la Argentina, Cáritas, AMIA, la Red Soidaria y otros son modelos de referencia internacionales. Sin embargo, a diferencia de los países desarrollados, donde las ONG están apoyadas legal, institucional y financieramente, en la región la situación es precaria. Sólo el 15% de su financiamiento es público frente al 77% en Bélgica e Irlanda, y más del 60% en Francia, Holanda e Israel. En Holanda, la lotería destina la mitad de sus ingresos a las ONG.
Es hora de incluir el tercer sector en el gran debate nacional, y que este poderoso capital social sea fortalecido legalmente, promovido, y se lo integre en forma activa a las políticas públicas en los retos de seguir profundizando la lucha contra la pobreza, y por la inclusión y la equidad que el país tiene por delante. En su nuevo libro sobre la relevancia del voluntariado, Clinton cita a Martin Luther King, que explicó con claridad su base: "Cada uno puede ser grande, porque cada uno puede servir".

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El discurso del Gobierno sobre el cambio climático: una eterna introducción

. sábado, 13 de octubre de 2007
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Por Martín R. Santos. Hace pocos días en ocasión de uno de los tantos encuentros, seminarios y talleres que suelen realizarse antes de empezar a hablar seriamente de un tema, alguien dijo que el cambio climático era "una de las preocupaciones centrales" del Gobierno y que los países industrializados / desarrollados, “culpables de esta situación climática” deberían facilitar –como para compensar, digamos- el acceso a la tecnología y a los créditos blandos.
Estas frases no fueron una introducción al tema, sino que fueron el contenido en sí de la exposición que llevó a cabo el representante oficial. Tampoco se dieron de manera aislada sino dentro un contexto de campaña proselitista (en Argentina hay elecciones dentro de dos semanas). Sin embargo, en ellas puede reflejarse el pensamiento de muchos gobiernos –locales, provinciales, departamentales o nacionales- de países subdesarrollados. En ellos abunda lamentablemente la creencia de que expresar públicamente que el "Gobierno está preocupado por el problema" es cuanto menos igual de importante y beneficioso que ocuparse realmente de abordar la situación.
Es difícil determinar hasta qué punto es legítimo invocar al cambio climático como excusa para que los países culpables de la situación entreguen créditos blandos a provincias o departamentos con déficit millonario. También es ardua tarea determinar cuán lícito resulta anunciar que el cambio climático es un tema central para el gobierno cuando los sistemas de salud, educación y trabajo son tan endebles como hace 20 años.

Lo que es claro y por ende puede resultar un buen punto de partida es que la actitud de los Gobiernos de enfrentar, combatir o paliar el cambio climático no debe reducirse a una cuestión de financiamiento desde los países desarrollados a los subdesarrollados.
De hecho, en la presentación del informe final de la II Comunicación del Gobierno a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina, Romina Picolotti, admitió que, en tanto se debe "frenar inmediatamente la tasa de desmonte en el país" y "evitar la expansión de la frontera agrícola con el fin de reducir los daños ecológicos”, el Estado nacional está llevando adelante “políticas de mitigación y adaptación al cambio climático”.
Más allá de discutir acerca de si las políticas en cuestión son las adecuadas o no y si de hecho están siendo implementadas o no, hay un punto vulnerable en el discurso toda vez que el actual Gobierno cuenta con uno de los grados de gobernabilidad más altos de los últimos tiempos en Argentina y, sin embargo, no tiene el poder para lograr que se sancionen las leyes que sus propias políticas exigen para solucionar “temas centrales”.
Sin duda, sería mucho más provechoso si en lugar de anunciar grandes compromisos se dialogara y se pusieran sobre la mesa de debate las pequeñas contribuciones, los pequeños pasos concretos que sirven para comenzar a luchar contra el enorme molino de viento de la burocracia, del poder económico y la irresponsabilidad global.
Mientras ese debate no sea abierto y se aborde la situación de manera concreta, la participación del Gobierno en esos tantos eventos, reuniones, desayunos o congresos internacionales poco servirán a la carrera por contrarrestar los efectos del cambio climático.
Sobre todo porque en el campo ya hay resultados de investigaciones que demuestran, por ejemplo, que mientras ciertas zonas o regiones se verán duramente castigadas por la transformación del clima de los próximos 20 años, hay otras que no lo sufrirán tanto y otras que incluso se verán hasta beneficiadas.
Con ese mero dato sobre el debate, seguramente sería enriquecedora la experiencia de observar –sólo observar- cuáles son las preguntas que surgen. ¿Es viable planificar un sistema de compensaciones entre las regiones afectadas y las no afectadas por el cambio? ¿Se podría planificar dicho sistema a nivel provincial y luego a nivel nacional? ¿Cuáles serían los grandes problemas de implementar algo así y cuáles serían las primeras soluciones? ¿Hay casos en otros países que se hayan intentado abordar estas ideas? ¿Qué resultados tuvieron? ¿Se pueden aplicar en el contexto de un país subdesarrollado?
Podríamos encontrar muchas preguntas más, claro. Pero el objetivo es tan sólo mostrar que el Gobierno ha producido un dato a partir del respaldo a la investigación en la materia, pero no ha sabido aplicarlo en el discurso sobre cambio climático que propone. No se ha planteado, por ejemplo, que llegado el momento de implementar una iniciativa de este tipo (no digo ésta, sino cualquier otra) puede resultar mucho más oportuno decir que los países industrializados / culpables deberían financiar las propuestas de desarrollo sostenible que surgen de los países subdesarrollados.
En fin. Es momento de dar vuelta una hoja. De abandonar el estado de introducción constante en el que parecen caer todos los discursos del Gobierno acerca del cambio climático. Y de comenzar a dar lugar y a propiciar el surgimiento de ideas. La única manera es asumiendo un rol central, no protagónico, como moderador de una conversación abierta.
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Insatisfacción - Informe sobre la atención a la clientela de Vodafone

. miércoles, 3 de octubre de 2007
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Por Martín R. Santos. Hace tan sólo una semana, el World Council for Corporate Governance (WCFCG) entregó en Londres el premio Golden Peacock Award a algunas empresas por sus memorias de sostenibilidad. Reconoció así "la transparencia, la consideración de los grupos de interés y la adecuación a los estándares internacionales en los que se basa el informe de sostenibilidad" de algunas compañías, entre las cuales se encontraba Vodafone.
Si bien tengo que aclarar que la misma no tiene actividad directa en Argentina ni en Sudamérica, es bien cierto que las campañas de comunicación nos llegan. Y entre tanta publicidad en la Fórmula 1 y tantas gacetillas de prensa, Vodafone ha logrado hasta tener una buena imagen incluso entre quienes, en apariencia, no estamos entre sus stakeholders.
Y espero que hayan notado que eso ocurre sólo en apariencia, pues ese es en definitiva el objeto de esta entrada: contarles que a través de una empresa proveedora de Vodafone (que sí tiene actividades en Argentina), muchas personas trabajan como telemarketers prestando el servicio de atención telefónica a clientela de esta multinacional en España, quienes -por supuesto- no saben con quién están hablando cuando llaman solicitando ayuda.
El tema es que esas personas son ni más ni menos que referentes de los programas de satisfacción de la clientela de Vodafone. Y no importa si deben estar o no (¿o sí importa?) entre los grupos de interés de la empresa. Importa que no están para nada felices con su empleo. Se someten a la incomodidad del horario, a un ambiente laboral de maltrato, al estresante y omnipresente control y al abandono por parte de la empresa que les paga el salario, que es de ochocientos pesos o poco más de doscientos euros, por mes.

Quienes quieran saber cómo es trabajar un mes en Buenos Aires atendiendo las consultas de la clientela de Vodafone, pueden leer el blog (http://telemarketer.rollingstonela.com) del periodista argentino Alejandro Seselovsky, quien se infiltró en este empleo durante todo el mes de mayo y cuenta, de manera muy ingeniosa, por cierto, las penurias diarias de sus responsabilidades al mando del headset.
A él le pregunté qué era lo peor de atender el teléfono en representación de Vodafone. Me respondió que creía que lo peor pasaba por "el maltrato del sistema de control, sin dudas: el software que te controla cada segundo de cada cosa que hacés. Luego, el abandono de la empresa hacia su personal".
También pueden ingresar al sitio www.teleperforados.com.ar, donde un grupo de gente empleada en estas empresas, autoconvocado por el reclamo, presiona para terminar con algunas situaciones (por ejemplo, no quieren que haya más intoxicaciones por aspiración del pegamento con el que colocan las alfombras de la oficina en horario laboral).
En fin. No es mi objetivo despreciar la actividad vinculada al área de RSE de Vodafone. Bienvenida sea ésta. Bienvenidos sean los desarrollos en pos de la integración de las personas con capacidades diferentes y los vínculos con la comunidad en la que interactúa. Etcétera.
Simplemente quiero dejar en claro que Vodafone tiene cosas por mejorar. Tiene cosas por incluir en sus reportes, aún siendo recibiendo premios por la "consideración a los grupos de interés".

Aquí estamos para ayudarles, aunque más no sea, haciéndoselo notar.

Crédito imagen: www.pateandotachos.com.ar
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