Los principios del comercio justo en la escala agro-ganadera

. jueves, 12 de junio de 2008

Por Martín R. Santos. Argentina está ceñida, desde hace ya un par de meses, en una discusión que en la voz de la gente se reduce a “Gobierno versus campo”.
Ese reduccionismo no achica el problema, pues coloca en el cuadrilátero, por un lado, a la estructura de poder con mayor legitimidad en los últimos diez años, representada por la presidenta Cristina Fernández y por su marido, el ex presidente Néstor Kirchner; y por otro, al sector económico más influyente en la historia del país, el mismo que lo colocó hace sesenta años entre uno de los más prósperos por exportar alimentos cuando la guerra y el hambre arremetían en Europa.
El tema es que esa discusión sobre las altas retenciones (móviles, de acuerdo al precio del mercado) a las exportaciones de soja ha repercutido y mucho, no sólo sobre la economía sectorial, sino también sobre el derecho de trabajo de quienes, sin comerla ni beberla, han sufrido perjuicios por el lock out del sector agrícola ganadero, que cortó las rutas más importantes de Argentina durante semanas.
Uno de las áreas afectadas fue la del transporte (cuyo poder patronal es también inmenso), cuyos representantes han decido protestar contra la protesta. ¿Y qué medio eligieron? El mismo; el corte de rutas a nivel nacional. Suena tan ilógico que parece mentira: “cortamos las rutas porque si siguen cortando las rutas no podemos trabajar>>>”.
Entre idas y vueltas, con tanto perjuicio, el campo le pide al Gobierno un gesto de patriotismo y a la Presidenta un gesto de estadista, mientras ésta le pide al campo que actúe con responsabilidad social empresaria. Y ahí fue cuando me puse a pensar en qué habrá querido pedir realmente la Presidenta cuando desde su discurso se refirió a la RSE.
¿Que el campo acepte las retenciones móviles a las exportaciones de soja? ¿Que entienda que la exportación y la renta extraordinaria concentrada genera un poder de consumo desigual y más inflación y menos acceso para quienes menos tienen? ¿Que dejen de creer que todo el país vive bien si sólo un grupo se llena de dinero? ¿Que dejen de creer que el campo tiene que ser un negocio seguro aún para quienes se aventuran en su primer emprendimiento? ¿Que no crean que sólo gracias al campo se reactiva la economía de un país? ¿Que vean si no se frena el monocultivo de la soja vamos camino a ser un “país bananero”?
Son muchas las cosas que se pueden pedir a quienes creen que pueden arrogarse el derecho de hacer un block out para defender su derecho a que los impuestos no sean excesivos. Pero aquí no hay una sola verdad: también son muchas las cosas que un Estado debe realizar para permitir que un sector tan influyente pueda comenzar a pensar de forma sostenible con los parámetros de la sostenibilidad.
Si se pretende que la producción de baja escala no sea perjudicada por los grupos que toman al campo como un medio para hacer negocios financieros, se puede brindar el respaldo técnico y de capital para –por ejemplo- adaptar los principios del comercio justo al sector. Estos pueden significar una herramienta más que eficiente para redistribuir riqueza o equiparar las asimetrías que se generan con un mercado regulado sólo por la oferta y la demanda y que brinda gran ventaja a los servicios financieros.
De esta manera, se puede obtener un rédito diferenciador, a partir de que, entre otras cosas:

• Se reduce y ataca el trabajo infantil.
• Se alienta a la igualdad entre hombres y mujeres.
• Se trabaja con respeto a los derechos humanos.
• El precio que se paga a los pequeños productores es más equitativo.
• Los compradores generalmente pagan por adelantado para evitar que los productores busquen otras formas de financiarse.
• Se valora la calidad en el marco de la producción ecológica.
• Se reduce la contaminación (se respeta el medio ambiente).
• Se reduce la intermediación entre el productor y el consumidor final.
• Se informa a los consumidores acerca del origen del producto.

Si se observa bien la situación, se puede asumir que muchos de esos temas son deudas pendientes para el sector agrícola ganadero, que incluye:

• Altos índices de empleo infantil.
• Altos índices de empleo no registrado.
• Casos de trabajos forzosos y jornadas de hasta 20 horas en época de cosecha.
• Escasa igualdad de género en el campo laboral.
• Alto grado de evasión impositiva.
• Importante déficit en materia ambiental.

Lo que creo, en definitiva, es que en ese pedido del Gobierno por mayor RSE, el Gobierno mismo tiene un rol que cumplir. Tiene la responsabilidad de generar el marco adecuado para que una planificación estratégica con foco en la sostenibilidad del sector que tradicionalmente ha sido el motor de la economía argentina pueda tener lugar. Y tiene la oportunidad de no relegar la RSE a un discurso televisable y de tomarla como una posible salida al problema planteado.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me cuesta creer la sarta de disparates que veo por acá. ¿Realmente te parece que un sector solo se está llenando de dinero? No tenés ni idea de los quebrantos que están sufriendo un montón de productores con estas retenciones y otros impuestos y trabas que les han ido poniendo. No tenés ni idea de que el campo son los pueblos, que viven y trabajan en ellos. No tenés ni idea de que el campo no es un negocio seguro, y que la gente del campo está acostumbrada a luchar con sequías e inundaciones. No tenés ni idea de las cosas que hace el campo por la gente de los pueblos y el trabajo que genera, eso es RSE. No tenés ni idea de que las retenciones, que en realidad son exacciones porque no se retiene nada sino que se confisca, son un recurso retrógrado para mantener piqueteros y punteros en un país que está perdiendo mercados y necesita exportar como nunca. Tampoco tenés idea de que el campo salvó al país en el 2002, porque fue su riqueza la que permitió seguir comiendo y exportando, y no la de las industrias subsidiadas que no conocen la palabra "competir".

¿Sabrás que el campo invirtió en la Argentina millones de dólares para reequiparse y ser más competitivo, y que compite con el resto del mundo sin protecciones de ningún tipo, al revés de las industrias argentinas que se la pasan llorando por subsidios, exenciones y prebendas del gobierno?

¿Sabrás que las retenciones son un impuesto, y por ende solo pueden ser modificadas por el Congreso? ¿Sabrás que sus niveles ya son confiscatorios y por lo tanto inconstitucionales?

Mirá a los chacareros al costado de las rutas, esos son los que para vos hacen "negocios financieros". Los que tienen la piel curtida y se matan levantándose cada mañana para laburar, no como los parásitos que viven de subsidios que pagamos entre todos.

Tu profecía de que seremos un país bananero de la mano de la soja me suena un tanto ingenua: ya lo somos, con ella o sin ella, y sobre todo porque seguimos creyendo en las soluciones mágicas que no se practican en ningún país del mundo, en lugar de ver cómo han progresado países de culturas disímiles.

Por último, tu expresión "block out" es cualquier cosa menos lo que estás queriendo decir, que es "lock out".

Seguro que a vos te gustaba el bloqueo de puentes de Botnia y los cortes de rutas del movimiento "Teresa Vive", pero estos no te gustan. A mí no me gustan ni los unos ni los otros.

Yo te propongo que en tren de ser responsables, dones el 40 por ciento de tu plata al estado, y por supuesto ni se te ocurra querer decidir a dónde va a parar tu plata. Y si el Estado ve que igual te alcanza para comer afuera, te podría sacar un poco más, o fijar un impuesto móvil que se adecúe a cuánto te queda de renta.

Hablás de la "renta extraordinaria". ¿Quién dice cuánto es una renta extraordinaria? ¿Está mal ganar plata? Qué envidia que tiene tanta gente, que en vez de agarrar una pala y ponerse a trabajar le echa tierra al de al lado. País de resentidos, este. Aunque por suerte son muchos más los que opinan como yo que los que siguen con consignas anacrónicas e impracticables en el largo plazo.

Pensé que acá podía leer acerca de RSE, no de politiquería barata repleta de lugares comunes, eslogans setentistas y frutos del resentimiento. Tendré que cambiar mis lecturas.

Carlos Javier dijo...

Que infortunada expresión la de "País Bananero"... es todo.

Anónimo dijo...

"País bananero" es una expresión tan desafortunada como pobreza, imperialismo, subdesarrollo, corrupción y tantas otras. No se trata de no usar una expresión. Pues lo verdaderamente triste es que haya países bananeros.

Unknown dijo...

Hoy, luego de un fin de semana largo en llamas y una situación crítica a nivel nacional, encontrarme con este comentario me hizo pensar. Primero pensé acerca de si contestar o no a un mensaje anónimo. Luego, pensé acerca del reiterado “no tenés ni idea”. Y acá estoy, sólo para aclararte, Anónimo, que:
1) Respecto a los slogans setentistas, la politiquería barata, el resentimiento (de todo el país!!) y la envidia que me has atribuido, simplemente no puedo decir nada. No creo que nadie tenga derecho –mucho menos desde el anonimato- a opinar acerca de mi persona sin conocerme.
2) Respecto a mis gustos sobre otros “piquetes “, no sabes cuán equivocado estás. Lo grave, sin embargo, no es eso; sino que estés seguro de que me gustan.
3) Respecto al sistema tributario argentino: conozco la jurisprudencia acerca de qué es confiscatorio y qué no. También conozco la delegación que hace la Ley 22415 al Poder Ejecutivo Nacional para modificar, gravar o desgravar derechos de exportación. Y sé perfectamente que quien debe decidir acerca de la violación o no de los principios de legalidad y propiedad –consagrados por la Carta Magna- es la Corte Suprema de Justicia. No tenemos esa potestad ni tu ni yo (asumo que no eres uno de sus siete ministros). Sí podemos discutirlo, pero te diré que no estaremos innovando, pues la discusión doctrinaria al respecto es bien extensa y ya ha hecho el trabajo por nosotros.
4) No creo –no soy estúpido- que los chacareros al costado de la ruta son los que hacen negocios financieros; ni que el campo es un negocio seguro; ni que todo el sector se está llenando de dinero. Tampoco creo que el campo haya salvado el país. Vamos… Que ni siquiera nos hemos salvado!
5) Revisa tu concepto de RSE. No es lo que crees.
6) Sigue leyendo lo que quieras. Pero no dejes de leer algo sólo porque sus ideas no te gustan. Sobre todo si te la oportunidad de participar. Me hubiese gustado escuchar algo acerca de la idea central que era la de adaptar los principios del Comercio Justo a los pequeños productores agro ganaderos (PORQUE SÉ QUE ESTÁN SIENDO REALMENTE PERJUDICADOS). Ellos eran mi preocupación al escribir el posteo y entendí que la idea podría tener beneficios serios.
7) Gracias por la corrección ortográfica.

Unknown dijo...

No sé si el segundo mensaje anónimo es del mismo autor del primero. Asumo que no, por el tono. Pero pienso en el mismo sentido. Un término, o una expresión, no es mala en sí misma. Países bananeros hay, así como países pobres y personas con hambre, sin agua y sin ningún derecho respetado. Cambiemos eso!

Carlos Javier dijo...

Tienes razón Martín, los términos o las expresiones no son "malas" en sí mismas (asunto de dogmática lingüistica), pero me parece que si pueden llegar a serlo cuando encierran un significado despectivo y discriminatorio, y con todo el respeto y la admiración que te profeso, y sin el ánimo de ahondar en ninguna discusión, me parece que es justo eso lo que ocurre con la expresión incluída en tu post. ¿Cómo piensas que se puede sentir un Colombiano, cuyo país es el segundo productor mundial de banano, cuando lee que si un país como Argentina no hace cambios en su política agropecuaria va a terminar siendo un "país bananero"?...¿cómo crees que se sentiría un Ecuatoriano, un Peruano o un Panañemo?

Unknown dijo...

Entiendo perfectamente lo que dices Carlos. Y asumo que es cierto que alguien puede sentirse ofendido. pero no es mi intención.

Lo cierto es que lo malo es que existan empresas tan pobres como la United Fruit Co. Ellas deberían correr con el disvalor y no las bananas.

Sin emabargo, mi postura, cuando hablo y trabajo y difundo contenidos sobre RSE, lo hago no sólo para evitar que Argentina sea un país bananero, sino para que Colombia, Ecuador y compañía no lo sean.

Y no hablo de "país bananero" para referirme a los que se dedican a dicho cultivo, sino para aludir a los que no lograron escapar a los intereses del capital corrupto en desmedro de su propio desarrollo como nación.

También me preocupa qué piensan los países desarrollados cuando hablan de nuestros países como "subdesarrollados". Sí, lo somos. Sí, nos duele (pero no el discurso ajeno; sino el hecho de serlo).

Abrazo. Y bienvenido tu diálogo, quiero que lo sepas.

Carlos Javier dijo...

Lo sé Martín, gracias por eso.

Por cierto, esta noche viajo para Buenos Aires y estaré allí hasta el sábado a la noche, a ver si en una de esas puedo sacar tiempo para conocer las instalaciones de Sinergia.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Hola Carlos,
¡Perdón que recién te contesto ahora!
Puedes comunicarte conmigo al 15 5889 2303... Espero no sea tarde. Sino, será la próxima. Un abrazo.