Crisis energética: el rol de las empresas y las excusas estatales

. lunes, 28 de enero de 2008

Por Martín R. Santos. En la última entrada del blog Noticias RSE, que la semana pasada estrenó nuevo formato, se distingue entre algunos ejemplos tibios por explicar la crisis energética y otros que me daban escalofríos.
Entre los primeros se postula al Gobierno de Chile, que lanzó un programa de concientización sobre el ahorro de energía utilizando los últimos recursos del diseño web y al mismo tiempo ha aprobado una ley que dará fomento a la producción energética alternativa o no tradicional, como la que aprovecha la fuerza de mar.
Entre los segundos, cité las últimas acciones del Gobierno Argentino, haciendo hincapié en particular sobre el censo de equipos de aire acondicionado en los edificios. La iniciativa surgió debido a que el gran aumento en la venta y uso de dichos equipos fue apuntado como la principal causa de varios cortes de energía eléctrica ocurridos durante los días más calurosos de este enero que termina.
Al salir a justificar estos inconvenientes –porque para evitar que ocurriesen de nuevo ya era tarde-, el vocero argumentó que quienes sufrían los cortes eran en realidad víctimas de la prosperidad económica, pues tanta compra de equipos de aire era una un signo claro del crecimiento en el poder de consumo que vive la sociedad.
Y así fue que, pese a la discordia inicial de quienes están al cargo de edificios y sus porterías por tener que ser responsables de llevar el censo a cabo, se decidió que cada persona denuncie en una planilla cuántos equipos tenía en su casa. Claro que luego se decidió que esto no era obligatorio. Y que la gente, en gran parte temiendo un aumento de algún tipo en sus impuestos, se negó a participar de dicho censo y llevó esta acción hacia el completo fracaso.

Otra de las acciones que se intentaron –actualmente en vigencia- fue el gran plan canje, que se basa en ir casa por casa y proponer a su propiedad que dejen de usar las lamparitas incandescentes para comenzar a utilizar las de bajo consumo. La estrategia, cuyos resultados aún no pueden medirse, no implica más que una acción “de salida”, pues no es respaldada por un programa estructural ni mucho menos por una política consecuente. Basta observar que las lámparas incandescentes siguen costando, en el mercado, cinco veces menos que una de bajo consumo.
Esta ausencia de criterio sostenible y esta falta total de una política energética de largo plazo llevaron a las empresas a asumir distintos roles frente a una escasez de energía que indefectiblemente les alcanza durante cada verano. Algunas de esas salidas, son responsables. Otras, desinteresadas.
Entre las propuestas, algunas empresas han tendido a adaptar su sistema de producción, por ejemplo a través de una aplicación de turnos de trabajo más eficiente y a un mayor aprovechamiento del día. Otras, a cuyas previsiones y condiciones se los permitían, pudieron acumular stock en los meses previos de forma tal de poder cumplir con la demanda de la temporada “difícil”, reducir al máximo la producción durante esas semanas y hasta aprovechar otras fuentes, como el gas.
Dejando pasar por alto el desinterés absoluto de quienes han optado por pagar lo que fuese necesario para no alterar sus líneas productivas, vemos que hay otras que han reforzado la generación propia para no afectar al resto de la población, en lo que parece ser la solución más responsable hasta el momento. Claro que también es la que mayor esfuerzo financiero implica…
La semana pasada la revista Fortuna dio un recuadro privilegiado a las pocas empresas que se encuentran dentro de este último grupo: Aluar, Arcor, Capex, Chevron San Jorge, Ledesma, Praxair, Shell Capsa, Siderar e YPF.
Si bien estas empresas marcan un liderazgo en cuanto a la responsabilidad que deben asumir frente a este tipo de crisis, no debe pasarse por alto la irresponsabilidad de un Gobierno que favorece un estado de cosas injusto. Digo: no es justo que la Presidenta Cristina Fernández hable del cambio climático sólo para nombrar a un responsable exógeno a los cortes que afectaron a 300 mil familias (pueden agregarle a este número la cantidad que suelen quitar los datos oficiales). No es justo que en los ministerios intenten explicar que el problema no es sino de distribución…

Finalmente, porque no quiero dejar la sensación de que pasar a usar lamparitas de bajo consumo (y descartar las incandescentes) es un paso erróneo, invito a todo el mundo a participar de la campaña de Greenpeace, que propone denunciar al edificio público que no se sume al cambio. Dale al clic.