Nueva ley de medios: menos monopolio, más democracia

. sábado, 10 de octubre de 2009
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Por Martín R. Santos. En Argentina se ha aprobado la "Nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual", que deroga la regulación a los medios de información que se realizó durante la última dictadura militar.

El contexto quizás no fue el ideal. Para mucha gente, sobre todo para las partes perjudicadas, la decisión política sólo tenía sustento en la disputa de poder que se ha generado durante los últimos dos años entre el Gobierno y el Grupo Clarín, la empresa del rubro más poderosa del país y principal perjudicada. Sin embargo, el periodismo independiente y el público con conocimiento del tema se han mostrado a favor de la modificación a la norma en tanto la entienden una democratización de los medios.

Entre los puntos más importantes, se destacan:
a) Los grandes medios tendrán ahora tan sólo un año para vender las señales y frecuencias que hacen peligrar su respeto por las leyes antimonopólicas.
b) Ninguna empresa que detente una señal de televisión pública podrá al mismo tiempo ser operadora de cable; tampoco podrá una misma empresa abarcar más del 35% de un mercado.
c) Las licencias en las ciudades con más de 500 mil habitantes (en Argentina no son muchas) serán controladas por el Poder Ejecutivo y de una Autoridad Federal de siete miembros: 2 nombrados por el gobierno, 3 por el Parlamento y 2 por el Consejo Federal de gobernaciones.
d) La explotación de los espacios radioeléctricos se reservará en tercios iguales: para el Estado, para las ONG´s y para la comercialización.
e) El 70% de los contenidos televisivos (60% en el caso de las radios) deberá ser de producción nacional.
f) Las licenciatarias deberán informar por Internet la pauta oficial nacional, provincial o municipal que reciban.

Pese a que de la simple lectura no se encuentran grandes atropellos a la libertad de las empresas, sino resguardos coherentes con los límites que estas deben tener en una democracia, los medios de comunicación han apreciado de diferentes maneras la nueva medida.

Clarín ha titulado "El kirchnerismo aprobó la ley que le da al Gobierno más poder sobre los medios", mientras que sus cronistas dicen que esto es parte de "una ofensiva que no encuentra límites" (Van der Koy) o que simplemente busca un mapa de medios a su medida y "medios sumisos" (Roa).

Crítica dijo que "Kirchner ganó la batalla e impuso su ley de medios". Con recato, La Nación se limitó a anunciar que "El Senado aprobó la nueva ley de medios sin modificaciones". Y El País de España editorializó en contra al argumentar que: "la nueva ley de Medios Audiovisuales será un instrumento formidable en manos del gobierno y en contra del Grupo Clarín".

Personalmente, desde NoticiasRSE me he preguntado por qué motivo ninguna de las empresas periodísticas había incluido en su estrategia de sustentabilidad un rumbo político antimonopólico, que favorezca la apertura democrática y la pluralidad de opiniones. Quizás, la respuesta sea que ninguna ha tenido siquiera una estrategia de sustentabilidad.

Hasta ahora, los medios nacionales sólo hablan de Responsabilidad Social Empresaria por boca ajena. Es decir que se limitan a incluir entre sus contenidos la palabra de personas expertas y columnistas en la materia, entevistas a líderes responsables, espacios destinados a levantar la voz de las ONG's y a promocionar eventos que ellos mismos organizan para ensalzar la relación con sus grandes auspiciantes.

Pero ninguno ha propuesto en serio una estrategia de RSE. Ni han mostrado interés por el medio ambiente ni por reducir sus emisiones, ni han asumido una actitud cierta en la lucha contra el lavado de dinero, ni han consolidado la integración de la familia de su plantilla a su vida laboral, ni les interesa saber quiénes integran su cadena de proveeduría, etc.

Como he dicho, tampoco han propiciado una autoregulación en materia de monopolios. Y desde este punto de vista han perdido una oportunidad que espero comiencen a comprender de ahora en más: la sociedad lo precisaba; y ellos la desoyeron. Suena ilógico, ¿no?
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